24 may 2017

La estación central de Florencia, el primer compás de una sintonía

Santa María Novella no es solo la iglesia que reconocemos como emblema de Florencia por la policromía del mármol cebrado verdiblanco de la fachada, las pilastras corintias y las monumentales volutas renacentistas a cada lado. La adyacente estación ferroviaria central también se llama Florencia-Santa María Novella. Fue construida en 1935, durante el período del llamado fascismo arquitectónico mussoliniano, dentro de un reto del estilo racionalista que quería dialogar sin complejos con la elegancia histórica. El arquitecto Giovanni Michellucci lo consiguió con un mérito admirable. Es una de las estaciones ferroviarias centrales más agraciadas que conozco. La iglesia vecina de Santa María Novella, con la que debía
compartir espacio urbano la nueva estación, ya se llamó así para convivir con la catedral de la ciudad, la inigualable Santa Maria dei Fiore, obra maestra del arquitecto Brunelleschi.
Proyectar justo al lado de Santa María Novela una moderna estación ferroviaria sin caer en la grosería fue el gran acierto de un arquitecto moderno. Con esta obra se situó al mismo nivel que sus ilustres predecesores en la historia de la ciudad. 
No es casual que la estación de nueva planta fuese bautizada Florencia-Santa Maria Novella. El arquitecto planteó desde el primer momento una convivencia deliberada y arriesgadísima con el monumento renacentista vecino, un intento de diálogo solo concebible desde una postura genuinamente renacentista, es decir de valoración del clasicismo para crear uno nuevo. Alió el racionalismo más funcional con materiales como la piedra vista y el vidrio para establecer sin mimetismos aquel valiente diálogo. 
Ante la internacionalización desbocada de los arquitectos modernos, un renovador como Michelucci defendió la virtud del localismo, el arraigamiento en la identidad local, sin que eso significase ninguna visión estrecha. A sus 95 años aun manifestó en 1998: “Nací en Pistoia entre olivos y castaños, entre campesinos y obreros. Eso ha orientado mi carácter, mi comportamiento, todo lo que he hecho. Pero si alguien se limita a su ciudad, muere con ella. Es preciso abandonarla para reencontrar la imagen ideal, la más profunda que llevamos, la más religiosa. Espero que en todas mis obres se perciba el olivo y se reconozca la Toscana”. 
En Italia el período del llamado fascismo arquitectónico es una definición simplemente cronológica, para situar las obras construidas durante el largo gobierno mussoliniano de 1922 a 1943. Algunas, como esta, con un estilo plenamente moderno. 
La estación de Florencia-Santa Maria Novella sigue siendo hoy la estación central de la ciudad. Cada vez que llego percibo en ella el primer compás de una sintonía, algo ligado, efectivamente, al olivo y la Toscana.

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