El Prado y el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC) anunciaron que presentarían en común en 2017 una amplia exposición del pintor italiano del siglo XVI Annibale Carracci, gracias a los destacados frescos murales del artista que poseen, procedentes de la tristísima peripecia de la iglesia romana de San Giacomo degli Spagnuoli o Santiago de los Españoles. La exposición no se celebró y ahora la anuncian de nuevo para el año que comienza. Debería servir también para recordar la desidia que llevó a abandonar el templo de la corona de Castilla en Roma, en plena Piazza Navona, y su apropiación desde entonces de la iglesia de la corona de Aragón en la vecina Via
Montserrato. Durante el resurgimiento urbanístico de la Roma barroca, España era una potencia europea aliada del papado, por este motivo compró y edificó en Roma casas y palacios que sigue poseyendo. Era costumbre que cada país católico levantase en Roma un templo céntrico como iglesia nacional. El de la corona de Castilla fue, frente al noble Palazzo Pamphili de Piazza Navona, la iglesia de Santiago de los Españoles. El interior fue pintado al fresco entre 1602 y 1607 por el cotizado maestro del momento Annibale Carracci y sus discípulos, a lo largo de una secuencia de escenas sacras de amplias dimensiones. (foto adjunta)
La iglesia se vio abandonada por el Estado español a partir de 1829. Con la techumbre hundida, se convirtió en almacén de carruajes en pleno centro histórico romano. Las autoridades españolas la pusieron a la venta en 1879. Se interesó una comunidad protestante y, ante tal eventualidad, el papa León XIII la hizo comprar por la orden francesa de los Misioneros del Sagrado Corazón, que la reconstruyeron y rebautizaron en 1881 como del Sagrado Corazón, y la siguen poseyendo.
La condición de iglesia titular del España se vio transferida a la de la Virgen de Montserrat, propia de la corona de Aragón desde el siglo XVI, que pasó a llamarse Santa María de Montserrat de los Españoles. El destacado edificio de Via Monserrato es obra del arquitecto Antonio Sangallo el Joven, con fachada de Francesco da Volterra. Fueron enterrados en ella los papas Borgia y, provisionalmente, el rey Alfonso XIII.
En el momento de la venta de Santiago de los Españoles, el escultor catalán residente en Roma Antoni Solà intentó “salvar los muebles” y encargó que los dieciséis frescos de Annibale Carracci fuesen pasados a lienzo y enviados al Museo de Arte de Barcelona, aunque una parte fue a parar al Prado.
Los nueve frescos de Carracci del MNAC de Montjuïc se encuentran expuestos de forma permanente en una sala propia. Verlos reunidos el año próximo con los de la misma secuencia en posesión del Prado no debe servir tan solo para revisitar la obra del pintor. También para recordar la desidia con que el gobierno español dejó perder su iglesia en la Piazza Navona de Roma.
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