Durante su segunda invasión en veinte años las tropas francesas se distinguieron en agosto de 1823 en la batalla del Trocadero, en Cádiz. El eco victorioso del desenlace dio este nombre castellano textual a la célebre plaza parisina donde confluyen seis grandes avenidas y a la explanada panorámica sobre la torre Eiffel: la plaza y la explanada del Trocadéro. Los liberales españoles reclamaban monarquía constitucional o incluso república, la legión extranjera de los Cien Mil Hijos de San Luis les invadieron de nuevo, veinte años d espués de Napoleón, para defender al rey Fernando VII de Borbón. Es decir por interés en una España débil, anquilosada,
subordinada, tradicional, bien castiza y marginada. Aquella situación de facto se alargaría indefinidamente.
subordinada, tradicional, bien castiza y marginada. Aquella situación de facto se alargaría indefinidamente.
Tras derrotar a Napoleón en Waterloo, las principales potencias europeas (Inglaterra, Austria, Prusia, Rusia y Francia) decidieron oponerse a las veleidades constitucionalistas o republicanas. En la Conferencia de Verona de 1822 de aquella llamada Santa Alianza encargaron a Francia consolidar a Fernando VII en el trono de España, debido al vínculo familiar con el entonces rey Luis XVIII de Borbón y a que la implantación internacional de la Casa de Borbón favorecía la influencia de Francia.
La nueva invasión militar de España por un contingente francés de cien mil soldados fue conocida como los “Cien Mil Hijos de San Luis” porque el monarca Luis XVIII exclamó la tribuna de la Asamblea Nacional, en un arranque algo místico: “Cien mil franceses están dispuestos a marchar invocando al Dios de San Luis [el canonizado antecesor Luis IX] para conservar en el trono de España a un nieto de Enrique IV [fundador de la dinastía borbónica en Francia] y preservar aquel afortunado reino de su ruina y reconciliarlo con Europa”.
En realidad fue todo lo contrario. La anterior ocupación militar napoleónica durante seis años y esta segunda tuvieron severas repercusiones en la marginación de España. Por ejemplo, la incapacidad de contener a las fuerzas criollas que promovían la independencia de las colonias latinoamericanas aprovechando el hundimiento español a manos de Napoleón. Se truncó el cuerno de la abundancia del comercio colonial, que en Gran Bretaña financiaba una parte importante de la revolución industrial. La hacienda española quedó desnuda, incapaz de participar en los profundos cambios económicos de la época. Aquí, en vez del comercio exterior irrumpió el capital exterior y la subordinación. La afortunada perspectiva parisina de la explanada del Trocadéro también evoca todo eso.
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